Hay momentos en que revelarse, encubre la más recóndita e inesperada tarea de verse en el reflejo deseado de una sociedad moderada con gente contraída que solo busca el beneplácito de unos pocos altruistas pero de más gente pedante en su interior. 
Solo los momentos vividos con un poco de transitorio regocijo son los que en el fondo te hacen entender que seguís viva, si te duele está bien porque significa que seguís viva, pero si ya no duele estas muerta.
Entonces volver a sonreír y tener el control te hace sentir mejor de lo que te puede hacer el dinero o cualquier cosa, fruto de un espacio extraño que arroja en su interior planes indestructibles de vanas performan.

A la edad de 17 años Lizzy sentía que en su interior algo había cambiado, no lucia como antes, su cuerpo se tornó para así, como el mejor de los puros e imberbes jilgueros, su cuerpo de chocolate haciéndose desear, esa figura de pequeños detalles que al unirse respondían a un todo. De figura casi esbelta, no muy alta, senos pequeños y de cola parada, trataba de emprender la vista mofándose de la vida y la estupidez del mundo en general.

En su entorno no era la más colocada de las figuras ya que solo respondía al llamado de los suyos, su vida comienza con el trabajo de descubrir placeres y ser un eslabón  en el collar de la vida.

La lujuria que escondida solo embriagaba su ser respondiendo solo a miradas y furtivos encuentros, sentía el calor en sus mejillas al rozar su cabello y entender que tenía todo resuelto con sonreír darse la vuelta y probar un poco del sabor amargo de la inapetencia que luego la conducían a un todo excepcional. De verborrea impersonal, casi de otros tiempos se desconectaba de su vida.
Cualquiera diría al oírla que su época de nacimiento era totalmente errónea.


-solo quiero que me miren como verdaderamente soy, eso es todo –comento sentada en la vereda de su casa en su fuero interno.
El entenderse frustrada con la vida que llevaba solo podía controlar su cuerpo de la única manera que sabía, sin amor pero con delicias, sin dolor pero con maldades.
Así era ella. 

Todo empezó como un pequeño juego entre ella y sus amigos, que de alguna manera en particular empezaron a notar el cambio producido en ella y reclamar un poco más, trato que por cierto siempre le fascinara. Sonreír y tenerlo todo, era más que un regalo. Solo su cuerpo la salvo de la locura, solo su mente trato de hacer las paces con su interior, cada nada tenía las mejores fantasías que por cierto, siempre cumplía sin dejar rastro ni en su cuerpo ni en su especial mirada de ángel.

A Daniel lo conoció en su escuela estando en el último año del secundario, era la única que no estaba relacionada con absolutamente nada y con perfectamente todo a la vez. Daniel era el típico “POPULAR” el que se las da de conquistador, de la apariencia de ángel y al mismo tiempo la del de poco cerebro que casi se abnegaba pero volvía aunque así no lo quisiera. Ella era de las que se sentaban en un rincón, de las que sonreían por dentro al ver tanta hipocresía a su alrededor y tantas muñequitas de plástico al mirar a sus compañeras, era diferente, es diferente aun sin renunciar al ofrecimiento de su cuerpo alado.


Ella lo miró con sus profundos ojos celestes, aprovecho cada porción a su lado y rápidamente se incorporo a su vista. ¿Qué estaría pasando por su cabeza ahora?, solo se miraron y en un solo y veloz aliento sus bocas se unieron librando una furia contenida, sus cuerpos el uno al otro, que despacio se fueron despegando de la pared hasta descargar su ira en un viejo sofá de roble.
Sujetando fuerte su cabello como domado por la violencia dio su primer beso, sin amor, sin color pero con calor y lleno de fuego, besó todo su ser y enmarco la lapida de su corazón, desnuda y encantada se volvió para repetirle una vez mas que era solo un juego al que solo lo invitaba por primera y única vez,  él sonrió y con un guiño se volvió para decirle que era la mejor en su materia.



- ¿Lizzy, saliste anoche? Traté de llamarte pero tu teléfono estaba apagado, ¿puede ser?- le comento Yesi dubitativa.

-sí, lo apague para recargar la batería, no… la verdad en casa viendo peli, ¿tu?- contesto como tratando de entender porque le contestaba, realmente, casi no la quería cerca desde hacia bastantes días.

-no, también lo llame a Dani pero la hermana dijo que había salido con algunos amigos y que se había olvidado el teléfono, no lo entiendo solo hace 2 meses que salimos y ya me siento enamorada pero él solo me ve como su “chica” y nada mas- respondió Yesi con profunda exclamación de ¡ejem!
Lizzy la miro sin ánimos de bajar la vista y con la mirada perdida hacia el sol, era un hermoso día para salir y no sentía tantas ganas de responder  lo que la hizo volver en sí y decir.

-son cosas de chicos, no tengo una gota de conocimientos pero escucho a todas quejarse de lo mismo, dale tiempo te adora, lo veo en sus ojos- dijo con su mirada más picara y con una risita disimulada, dejó caer sus libros en el 2do escalón y volvió a acomodarse para tomar sol y renunciar a la idea divertida que la inundaba.

-¡cierto!!- Admitió con más ánimos – ¡mira ahí viene!!!-soltó con intensidad.

-¿quieres que me vaya? Tendrás que hablar con él y no quiero molestar- dijo lizz con desgano y un bostezo incontenible.

-¡no!!! –Se apresuro a decir- no me dejes sola, no sabría cómo empezar.

-hola chicas –sonrió de soslayo Dan y miro los ojos somnolientos de Lizzy luego se volvió a Yesi para no crear sospechas –anoche me olvide el celu, Yesi- dispersó con calidez sobreactuada.

-No te preocupes, tu hermana me lo dijo pero para ser sincera quiero tu compromiso –respondió con una mirada inquisitiva.

-chicos disculpen pero me voy, ¡sorry! Cita conmigo misma –sonrió Lizzy y se marcho aburridamente. –No, en realidad tengo que empacar mi ropa, esta noche viajo, Harvard me espera –soltó eso como una reacción autómata.

-no sé qué le pasa, esta tan rara –objetó Yesi  al oírla, Dan sacudió su cabeza en señal de negación, sonrió y se fue.
                         

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Y esa, fue la última vez que vi a mis compañeros del instituto, me alegre de entrar a la universidad. Estar lejos de mis padres me iba a sentar de maravillas, de todas formas iba a encontrar cosas por hacer.

Maneje por la ruta con mi canción favorita, sentí que mi Aston Martin no era tan veloz para calmar el ardor de mi pecho.
La carretera estaba vacía, el aire de las once de la mañana definitivamente ayudaba a mis pulmones, cuando llegue a la universidad ya no me molestaba el haber peleado con mi madre, me recordaba lo mucho que adoraba la libertad, estaba molesta por una tontería pero todo lo arreglarían los cinco años de universitaria que les recordaría que ya no soy una niña y que también tenía voto en mi casa.

-Perdida – gruñí en mi fuero interno- y ni una pista de mi compañera, No sabía quién era pero seguro, iba a ser más genial que mis padres, reí de mi chiste privado.

-¡Hola! – Me saludo mi compañera de cuarto, con una sonrisa.

-¿Carly? – Pregunte incrédula – ¿Carly?- repetí aun mas alterada.

-¡Siii!!!- rió ella – ¡Carly!!! – se señalo.
Increíble, iba a ser como en la preparatoria.

-¿Ya te has anotado en las materias de este año?-señalo ella, mientras caminábamos por el campus.

-si, en todas –sonreí- ¿tú?
-¡ok! En todas- aseguro que iríamos a las mismas clases, sonreí.
-¡wow!! Amiga, que locura…-reí- ¿que pasara?, me muero por descubrirlo.

-mi querida Magui, estudiar y divertirnos… tienes prohibido ponerte mal por lo de tu madre, ¿está bien? –respondió Carly

-¿Cómo te enteraste?-pregunte con cara de mártir
-no tienen la culpa –rió de buena gana- ningún padre la tiene –resoplo y yo me uní a su risa, seguimos caminando y charlando.

Definitivamente este nuevo reto iba a traer consigo mucho más que mi propia firmeza y sentido común, sino también mucha odisea, estaba más que contenta…





                              








:-(
ni tampoco de que se desenamore!!!